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Elegir entre la peste y el cólera

Esta expresión, pronunciada por un simpatizante socialista en la coyuntura de tener que elegir entre un candidato conservador nada pragmático y una candidata del Frente Nacional (FN), resume la difícil elección que muchos de los votantes habituales del Partido Socialista tuvieron que hacer en el día de ayer, durante la segunda vuelta de las elecciones regionales francesas, para evitar que Marine le Pen y su partido lograsen una victoria histórica en mucha de las regiones galas. Finalmente, el llamado "pacto republicano" dio resultado, y ninguna región estará gobernada por los ultraderechistas. La amenaza planteada por la pujanza de esta formación política parece alejarse temporalmente, aunque ninguno de los dos principales partidos parece quedar totalmente contento con este resultado, conscientes de la posibilidad real, según las encuestas, de que Marine le Pen pueda disputar la segunda vuelta de las presidenciales de 2017, que no se disipan con este resultado.

Un sentimiento de miedo se instaló en la sociedad francesa el pasado fin de semana, a poco menos de que se cumpliera un mes de los peores atentados de su historia. Tal y como llevaban pronosticando los sondeos toda la campaña, y como se había repetido en otras elecciones, el Frente Nacional fue el ganador de la primera vuelta de las regionales, quedando por delante en media docena de regiones. Ninguno de los otros dos bloques, el de la izquierda, comandado por el presidente Hollande, recuperando a pasos agigantados popularidad tras su buena gestión de la tragedia de París, ni el de la derecha de Nicolas Sarkozy, pudo frenar el avance de este partido eurófobo y xenófobo, en el que cada vez cree más gente. La mayor parte de rotativos hizo un editorial señalando el peligro de que Le Pen y su formación pudieran lograr la gestión de alguna de las regiones del país, apelando a la responsabilidad de los franceses más pragmáticos y reflexivos. No se consiguió, y el FN obtuvo la victoria en seis de las regiones en juego, y dejó una situación inédita.

Sin embargo, durante toda esta semana, las negociaciones entre el Partido Socialista (PS) y Los Republicanos, la formación de Nicolas Sarkozy fueron habituales. La misma noche de la primera vuelta de las elecciones regionales, el líder socialista, Jean-Christophe Cambadélis, mostró su voluntad de retirar las candidaturas de aquellas regiones en las que el FN tenía más opciones de ganar. La retirada de los candidatos socialistas de dos regiones, Norte- Paso- de- Calais- Picardía, donde Marine le Pen era candidata a presidenta, y Provenza- Alpes- Costa Azul, la que más posibilidades tenía de caer del lado del FN, con Marion Maréchal le Pen, sobrina de la presidenta del partido, como candidata, fueron determinantes. La generosidad de Hollande y Valls, que decidieron intentar frenar a Le Pen aunque ello implicase sacrificar gran parte del poder territorial de la formación progresista, ha sido lo que ha permitido la derrota de la ultraderecha en Francia, un resultado que les aleja del poder. Finalmente, en ninguna de las 6 regiones en las que había ganado el FN se repitió el resultado de la primera vuelta. En tres de ellas ganaron los socialistas, y en otras tres los republicanos.

Christian Estrosi, nuevo presidente de la región Provenza- Alpes- Costa Azul


El símbolo de esta segunda vuelta de las elecciones regionales ha sido para muchos Christian Estrosi, alcalde de Niza, y candidato de Los Republicanos en la región de Provenza- Alpes- Costa Azul (PACA), una de las más grandes después de la reforma regional realizada el año pasado por el gobierno de François Hollande. Estrosi es un político duro, con medidas polémicas y extremista, y con postulados racistas, y es apoyado por el sector más derechista de su formación. Sin embargo, los votantes de esa región decidieron que Estrosi se enfrentase en segunda vuelta a Marion Maréchal le Pen, la candidata más joven de todas las regiones, sobrina de la presidenta del partido. Por ello, muchos socialistas en la región PACA han tenido que hacer un serio esfuerzo para poder votar a Estrosi y elegirle como presidente. Finalmente, así se ha conseguido, y Estrosi ha recibido numerosos votos que él ni siquiera imaginaba que podía conseguir.

Ha sido clave para que el vuelco de resultados fuera posible en esta segunda vuelta el aumento de la participación con respecto de la primera vuelta. El hartazgo político provocó que el pasado domingo hubiera una abstención de un 50%. Generalmente, estas elecciones no tienen excesiva participación, pero sorprendía el ambiente que reinaba en la sociedad francesa, sobre todo en el sector más joven, en el sentido de que parecía que su participación en estas elecciones no iba a ser excesivamente importante de cara al resultado final. Sin embargo, la victoria del FN provocó una enorme movilización, y ayer la abstención bajó casi diez puntos con respecto a la semana pasada. Esto fue lo que cambió las perspectivas.

Estas elecciones no las ha ganado ningún partido realmente pese al resultado final, que muestra una victoria de Los Republicanos por 7 puntos sobre el Partido Socialista. El Frente Nacional se ha quedado sin ningún gobierno regional, sin embargo, la presidenta del partido no se mostraba excesivamente derrotada en la noche de ayer al reconocer los resultados, y señalaba que su partido lideraría la oposición en todas aquellas regiones en las cuales había perdido con respecto a la primera vuelta. El FN ya no es una amenaza lejana, sino que aparece actualmente como una formación apoyada por muchas personas que aunque no compartan en su mayoría su ideario ultra lo identifican como el voto del desencanto y de la protesta. Solamente así puede entenderse el fulgurante aumento que, elección tras elección, y más especialmente desde la llegada de Marine le Pen al poder en 2011, ha conseguido este partido. No desaparece, no ha sido derrotado. En 2002, cuando la polarización de la campaña provocó que Jean-Marie le Pen pasase a la segunda vuelta de las elecciones, se produjo un efecto parecido al actual, y la victoria de Jacques Chirac por el 82'21% de los votos en segunda vuelta fue posible gracias a los votos socialistas, pero sería importante que, de cara a próximas citas con las urnas, no hubiese sustos como el de esta primera vuelta.

Los Republicanos, antiguamente conocidos como la UMP, salen de nuevo reforzados de estas elecciones, controlando la mayoría de las regiones francesas, y quedando en una situación de poder en la últimas elecciones antes de las presidenciales. Sin embargo, a nadie se le escapa que la situación del ex - presidente Nicolas Sarkozy es de todo menos sencilla actualmente. En estas elecciones, y al contrario que sus rivales socialistas, no ha movido un dedo para detener al FN, y ninguno de sus candidatos ha accedido a retirarse en aquellas regiones donde era más posible una victoria socialista para frenar a la ultraderecha. Frente a la imagen de responsabilidad que Hollande y Valls han dado ante una parte de los franceses, Sarkozy aparece una vez más como un político obsesionado con proteger lo suyo, y lo que es más grave, para el cual el aumento del FN no es un problema demasiado grave. Sarkozy no tiene ni mucho menos asegurada su nominación para las presidenciales, puesto que tiene que enfrentar una seria oposición interna, cuya cara más visible es la del alcalde de Burdeos Alain Juppé, que le empieza ya a recriminar su campaña para estas últimas regionales. La victoria es insuficiente, y abre el debate en el seno conservador.

Los socialistas, que no han sido capaces de ganar ninguna elección desde las de 2012, han aguantado mejor de lo que se esperaba estas elecciones, que no han sido un paseo triunfal de la oposición, sino que han estado mucho más disputadas, y en las cuales el PS ha conseguido conservar algo de poder regional, lo que parecía a priori muy difícil. El liderazgo de François Hollande, que se daba por amortizado prácticamente desde el comienzo de su mandato, parece empezar a dar bocanadas de aire, en virtud a la gran imagen que ha dado durante las crisis terroristas de este año, y las voces dentro del partido que apuntan a una hipotética candidatura de reelección empiezan a hacerse cada vez más frecuentes. Es cierto que las encuestas no son buenas, y que eso condiciona mucho. Por si acaso, el primer ministro Manuel Valls y el ex- ministro de Educación Benoît Hamon han mostrado su interés por ser candidatos en las presidenciales. Los socialistas tienen año y medio para recuperar parte de su base social y conseguir llegar con opciones a primera vuelta.

A partir de estas elecciones, todos los ojos se ponen en las elecciones presidenciales de mayo de 2017. En ellas, como se ha dicho anteriormente, solamente parece incuestionable la candidatura de Marine le Pen por el FN. Los otros partidos dirimirán el año que viene quién será su cabeza de lista. En esa cita electoral, siempre según los sondeos, Marine le Pen será candidata en la segunda vuelta, lo cual cerraría a priori una reedición de la segunda vuelta de 2012. Lo que está en juego hoy por hoy es quién será el candidato que se enfrentará a la presidenta del FN. Hoy por hoy, es Sarkozy el favorito, sin embargo, la generosidad de Hollande y su buena gestión al respecto de la crisis terrorista, unido a la oposición interna en Los Republicanos, podría cambiar el escenario a favor del actual inquilino del Elíseo. Lo que sí es cierto es que ambos partidos tienen poco tiempo para ponerse las pilas y trabajar para evitar más sustos con el FN y Le Pen.

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